jueves, 3 de febrero de 2011

Capítulo Trecero

Domingo siete de abril de 1.991.

            Estaba medio despierto cuando entró la enfermera en la habitación portando una pequeña mesa con ruedas diciéndome:
            -Buenos días, vengo a extraerte un poco de sangre arterial para una gasometría-. Me dijo.
            Se acercó a la cama, se sentó junto a mí, preparó una pequeña jeringuilla  y me pidió que pusiera la mano vuelta hacia arriba encima de la pequeña mesa. Palpó con dos de sus dedos encima de mi muñeca buscando la artería, dio unos golpecitos y pincho sobre ella.
            Sentí un agudo dolor y como un fuerte destello, todo fue breve pero intenso, aquel pinchazo fue verdaderamente desagradable.
            -Ya está-. Dijo la enfermera.
            -Por que duele tanto ese pinchazo señorita-. Le dije.
            Es una zona muy sensible por eso es tan molesto, pero se pasa enseguida. Ahora le traerán el desayuno. Hasta luego.
            Vinieron dos chicas para hacerme la cama me fueron moviendo de un lado para otro con mucha soltura y sumo cuidado conforme iban quitando las sábanas usadas y poniendo en su lugar ropa de cama limpia.
            Cuando terminaron me dijeron como quería que me colocaran.
            -Un poco incorporado por favor-, les dije yo.
            Me acomodaron como yo lo deseaba y salieron de la habitación.
            Las sábanas estaban frescas y agradables bebí un poco de agua y me relajé un poco me había puesto bastante tenso con el pinchazo y con el ajetreo del cambio de ropa, respiré hondo y pensé que no tardaría en llegar mi mujer, la echaba de menos.
            Una joven sonriente entró con una bandeja portando el desayuno que consistía en un café descafeinado con leche, unas galletas y un zumo.
            -Buenos días, veamos cómo te tomas el desayuno, yo te ayudo-
            Puso la bandeja en la mesita, me colocó un almohadón en la espalda y volviendo a tomar la bandeja y me la puso sobre las piernas.
            ¿Necesitas ayuda?
            -No. Yo creo que puedo-. Le contesté.
            Comencé a desayunar.
            Estando de esta guisa entró mi mujer en la habitación.
            ¿Que tal has pasado la noche? Me preguntó. Acercándose y dándome un beso en la mejilla.
            -Bien, mamá. Me dieron un tranquilizante y he descansado bien esta noche, lo que me han hecho ha sido sacarme sangre de una arteria  y eso duele como un demonio-.
            ¿Y Pedro?  ¿Donde anda Pedro? Le dije, al ver que había entrado sola.
            -Hemos visto a un médico de los que se cuida de ti cuando hemos llegado a la planta y se ha parado con el ahora vendrá-.
            Termine el frugal desayuno y mi mujer depositó la bandeja en la mesita.
            Entró en la habitación mi cuñado  acompañado por el doctor Sánchez, me saludaron los dos y el doctor se aproximó con mi informe en la mano, dirigiéndose a mi dijo que me encontraba muy bien y que dependiendo de los resultados de la analítica y de la gasometría y por la insistencia de mi cuñado, siendo este cardiólogo y neumonólogo, si todo iba bien veríamos si mañana me podían dejar salir del hospital, aunque le parecía prematuro, debería permanecer tres o cuatro días más por si se presentaba alguna complicación, pero ya veríamos mañana, pasadas veinticuatro horas más en observación.
            -Ojala así sea, me gustaría levantarme doctor-. Le dije.
            -Muy bien, le diré a la enfermera que te ayude-. Dijo el doctor saliendo del cuarto.
            Cuando se marchó el doctor, mi cuñado me dijo:
            Estuve hablando ayer con el equipo de médicos y ahora cuando hemos llegado me he encontrado con el doctor Sánchez, lo que más les preocupa es que hubieras aspirado agua salada y se te presentaran problemas pulmonares, cuando ingresaste en el hospital te hicieron una gasometría y anoche me dijeron que te repetirían la prueba esta mañana, por eso te han sacado sangre arterial, por tu estado, que no has presentado fiebre y tus constantes que se han regulado muy rápidamente piensan que la prueba va a salir perfecta, eso lo sabrán mañana por la mañana además tiene que ver tu evolución la doctora que lleva tu caso, así que todo son noticias buenas, esperemos a mañana.
            Mi mujer y yo nos sentimos bastante reconfortados por las opiniones tan favorables vertidas sobre mi recuperación y por el gran interés que estaba mostrando mi cuñado hablando con todo el equipo médico para que no se quedaran dormidos, entre compañeros se ayudan y parece que se vuelcan mas, agilizando tramites y recursos, cosa que agradecimos y que seguimos haciendo a pesar del tiempo transcurrido.
            A continuación entraron como una exhalación la enfermera y su compañero el mismo enfermero grandón que  me ayudó el día anterior.
            ¿Que, intentamos otro pinito como ayer? Dijo la enfermera.
            -Si, peo hoy voy a intentarlo yo solo-.
            -Muy valiente eres tú, dejaremos a Martín cerca de ti por si acaso-. Me contestó.
            La enfermera  me ayudó con el gotero y yo con calma comencé a incorporarme, me senté en la cama pensé en lo que iba hacer, miré el quicio de la ventana calculando la distancia por si tenía que sujetarme y comencé a ponerme en pié, lo hice despacio, me puse derecho y apenas sentí mareo: anduve alrededor de la cama esta vez sin apoyarme en la pared hasta que llegué a los pies y  me agarré a la barandilla.
            Nadie dijo nada hasta que terminé el trayecto.
            La enfermera me estuvo siguiendo portando el gotero, Martín delante de mi reculando sin tocarme mientras mi mujer observaba toda la escena.
            Cogido a la barra de hierro pintado de blanco hice cinco flexiones de rodillas para estirar las piernas, fortalecer los músculos y reactivar la circulación sanguínea.
            Solo les faltó aplaudir a todos los que me rodeaban por la cara de satisfacción con que me miraban que sería la misma que yo mostraba.
            Quería recuperarme rápido, más rápido, necesitaba salir del hospital y volver con mis hijos, ese pensamiento esa necesidad me hacía sacar fuerzas de flaqueza, porque me dolía todo el cuerpo del esfuerzo, ya que no han transcurrido ni cuarenta y ocho horas de mi aparatoso rescate en el mar.
            Volví caminando hasta la cama me senté y me ayude con las manos en subir las piernas, tenía agujetas en las ingles del esfuerzo realizado, pero no necesité ayuda de nadie.
            Le pregunté a la enfermera por qué no me quitaban el gotero, a lo que me contesto que había ingresado en el centro con una gran deshidratación y que aun tendría que llevarlo un par de días más, era muy importante para la recuperación de todos mis órganos.
            Les di las gracias antes de que se marcharan, me encontraba cansado pero reconfortado, porque notaba que me venían las fuerzas, que me recuperaba, creo que esa tarde lo volvería a intentar, y así se lo comuniqué a mi mujer y a mi cuñado, les dije que en vez de ponerme la cuña iría al aseo por mí mismo.
            ¿Has hablado con los chicos? Le pregunté a mi mujer.
            -Si, hable con ellos a noche, y volveré hablar con ellos cuando salgamos a comer, a noche me preguntaron por ti y que cuando íbamos a volver, ellos están bien, mis padres y mi hermana también me dieron recuerdos para ti, llamé a tu madre está muy preocupada, dice que hasta que no te vea no va a estar tranquila, también he llamado a la playa para preguntarles por Gus y saber qué tal se estaba portando. Carolina saca al perro a pasear, bueno, más bien es el perro quien pasea a la niña, me dice su madre-. (Gus es nuestro perro de raza  bobtail).
            ¿Y el hotel donde os hospedáis como esta?
            -Bien, normal, la verdad es que si no me lo preguntas no me había percatado si es bueno, malo o regular, son tantas las cosas que se han sucedido y tan rápidamente que mi mente ha estado sobre cargada, pero bueno, ya estamos juntos y ahora mismo regresaremos a casa.
            Cuando termine de comer, Mi mujer y Pedro se marcharon juntos a llamar por teléfono a la familia y a reponer fuerzas al restaurante, yo quede tranquilo en la habitación, bueno, tranquilo solamente estoy por la noche cuando me dan un tranquilizante, porque durante el día las escenas calamitosas las revivo constantemente y las preguntas de porque y como inundan mi mente cuando estoy solo y el desasosiego se apodera de mi, revivo los momentos peores una y otra vez, me machacan los recuerdos, los escalofríos me recorren el cuerpo, y me dejan en un estado de agotamiento con dolores musculares y sudoración. Pienso que estas sensaciones me van acompañar durante mucho tiempo y van a cambiar mi vida por completo.
            Caí en un sopor huyendo  del combate con mis pensamientos y sentimientos del cual costó sacarme ya que actuó como mecanismo de defensa.
            Me sentí zarandeado, oía que me llamaban, cuando desperté, estaba mi mujer, mi cuñado y un doctor alrededor mío con cara de preocupación.
            Pregunte un tanto asustado que pasaba.
            Mi cuñado me dijo que cuando regresaron al hospital después de comer me encontraron dormido con un sueño un tanto agitado, poco después me tranquilicé pero siendo las siete de la tarde y ver que no hacia ningún movimiento empezaron a preocuparse, intentaron despertarte pero no lo consiguieron, no reaccioné, el grado de preocupación aumentó y consideramos que debíamos llamar al doctor y el te ha despertado.
            Entonces yo les expliqué lo que me había sucedido y como me sentí. El doctor me dijo que entendía lo que me había ocurrido y dijo que vendría el psicólogo hacerme una visita.
            Nos encontrábamos mi mujer y yo solos en la habitación conversando cuando unos minutos antes de las ocho de la tarde entró la misma doctora que me dio la mala noticia de la muerte de mi compañero era la psicóloga.
            Nos saludó diciendo:
            -Buenas tardes, te veo bastante recuperado y con muy buen aspecto, me han dicho que desde ayer mismo te has empezado a levantar pidiéndolo tu mismo, muy importante que tengas buen ánimo de recuperación-.
            -El que esté aquí tu señora, es importante para tu estado de ánimo que estés cerca de tus seres queridos, se que estas deseando salir de aquí y volver con tu hijos y ver a tu familia, todo esto suma a tu favor, pero también es cierto que has pasado por una situación  muy comprometida que es lógico que psíquicamente te cueste superar y que tu cuerpo cree defensas ante esa situación-.
            -El sopor que te sobrevino esta tarde es una reacción de la psiquis  contra la situación angustiosa de tu sueño-.
            -Es posible que suceda que no tengas ganas de ver a nadie cuando regreses a casa, es normal que esto ocurra, pero debes de vencer esa situación, debes de relacionarte con las gentes no te aísles  no caigas en una depresión. Te estoy hablando así de claro porque te veo una persona fuerte y capaz de salir de esto y de situaciones peores-.
            -Cuando estés en casa, descansa unos días, pero no tardes en reanudar tu quehacer cotidiano, incorpórate al trabajo y a tus compañeros, enfréntate a la vida,  es uno de los mejores remedios contra la depresión-.
            -Si la gente te pide que le cuentes lo sucedido, cuéntalo, cuantas más veces mejor para que vaya haciendo costra, al principio te costará  después con el tiempo, se convertirá en una anécdota-.
            -No dudes en pedir ayuda profesional, hazme caso, la mejor ayuda eres tú y tu familia-.
            Ha sido tan precisa y concisa la doctora que cuando me dijo si tenía alguna pregunta le dije que no. Jamás en tan breve espacio de tiempo había oído una argumentación tan descriptiva y tan aclaratoria para describir mi sentir presente y creo que futuro.
            La doctora charló un rato con mi mujer sobre nuestra relación, sobre nuestros chicos, también sobre nuestro trabajo y sobre algunas pautas a seguir.
            Fue casi una hora de conversación intensa y agradable, muy aclaratoria y preventiva.
            La doctora se despidió de nosotros deseándonos buena suerte, nos dijo que esperaba que las pruebas que me habían hecho salieran favorables y así pudiéramos irnos a casa.
            Cuando salió la doctora entró Pedro, que unos minutos antes había abierto la puerta y al ver a la doctora se quedo fuera de la habitación.
            Le comente un poco la conversación para que estuviera informado.
            Como era muy tarde, mi mujer y Pedro decidieron retirarse, no sin antes insistirme mi mujer en que quería quedarse a pasar la noche conmigo en el hospital, a lo que me negué rotundamente, ya que no había ninguna necesidad de pasar mala noche los dos, ella por descansar mal en un sillón y yo de estar pendiente de ella, así que se marcharon.
            La enfermera llegó con mi cena, muy cabreada ella, ya que no me la había podido servir a mi hora por estar la doctora. Le dije que no me apetecía que prefería un vaso de leche y unas galletas, ella me contestó que sin ningún problema.
            Al rato entro trayendo en una bandeja con lo que le había pedido mas una manzana, diciéndome  que era por si me apetecía mas tarde. Buena gente.
            Le di las gracias y se marchó.