jueves, 10 de febrero de 2011

Capítulo Octavo

Miércoles, tres de abril de 1.991.


            Cuando llegué al astillero eran las nueve de la mañana, el hueco que había dejado el nº 25 en la nave de acabados ya estaba cubierto por otro barco del mismo modelo que desmoldaron el día anterior y que habían trasladado a las ocho de la mañana, nada más comenzar las actividades del astillero. Verdaderamente si andábamos agobiados de trabajo.

            Entré en mi despacho  me senté descolgué el teléfono y llamé a  Cerdán, me contestó su secretario diciéndome que había salido un momento, yo le dije que necesitaba  hablar con él-

            Cinco minutos después estaba hablando con Cerdán

            -Que tal Cerdán, ¿me imagino que ya habrá salido el marinero hacia aquí?

            -Sale en el tren de las diez de la mañana, llega a las tres de la tarde a Alicante, después tomará el autobús, pues me imagino que estará en el astillero en Santa Pola sobre las cuatro o las cinco- Me contestó.

            -Oye Cerdán, ¿has mandado la documentación del patrón para incluirlo en pasavante de transporte?

            -Si, le dije que se la facilitara a mi hija para que te la enviara.

            -Pues no habéis mandado la fotocopia del carnet de patrón, por lo cual he tenido que inscribirme yo como responsable del barco, por lo cual me da la impresión que el tío que mandas no es patrón ni es nada, esta es la última vez que te transportamos un barco-.

            -Bien, le reservaré una habitación en el hotel Patilla-Le dije.

            -Por cierto Cerdán, nosotros saldremos mañana temprano, haremos noche en las fuentes y trataremos de llegar el viernes a la hora de comer si todo va bien, tenlo todo preparado a ver si puedo coger el tren de las seis de la tarde, aunque lo veo un poco precipitado-

            -Bueno, ya se verá, todo dependerá de la hora a la que lleguéis- Me contestó

            -Nos vemos el viernes, un saludo Cerdán. Me despedí de él.

            Cogí el certificado de la inspección de buque y salí hacia la Comandancia para recoger los permisos de transporte y navegación.

            Debidamente documentado el barco y nosotros, no tendríamos ningún problema si nos paraba la patrullera de la Guardia Civil, cosa que era probable al no llevar matricula la embarcación ya que al ser nueva era cosa del propietario o comprador matricularla y ponerla a su nombre. En más de una ocasión al transportar por mar embarcaciones para el Salón Náutico de Barcelona nos ha parado la patrullera para preguntar por qué no llevábamos matricula y comprobar que tipo de documentación podíamos mostrar, afortunadamente siempre hemos ido en regla y nos han dejado continuar sin ningún impedimento amén de que si la embarcación no va debidamente documentada si ocurriera algún percance o accidente los seguros no se hacen cargo, no se pueden gastar bromas con los barcos ya que tienen un valor muy elevado y un alto riesgo de accidentes.

            En la comandancia lo tenían todo apunto  me pidieron el certificado de la inspección de buques se hicieron una fotocopia y me hicieron firmar el recibo de la entrega de la documentación, advirtiéndome que cuando llegara a destino me presentara en la Comandancia de Marina para entregar la documentación, pregunte por el Sr. Comandante pero no estaba, lastima, pues me hubiera gustado volverlo a saludar.

            Al salir de la Comandancia, recordé que tenía que completar la carga de gasóleo del barco, ya que hicimos las pruebas a media carga, llamé al astillero para cerciorarme si había alguien en el barco, pedí que me pusieran con Víctor.

            -Víctor, hay que hacer combustible para completar la carga del barco me gustaría que me acompañaras, sabes que no me gusta que nadie maneje un barco solo y yo también me aplico la regla-. Le dije.

            El me respondió: El barco estaba listo, he ido a primera hora al puerto con mi ayudante a darle  un vistazo y aprovechando que estaba allí he cargado de gasoil. A estas horas ya estarán baldeándolo y terminándolo de limpiar por dentro para dejarlo en perfecto orden de partid-a.

            -Genial, Víctor, eres genial, estas en todo, luego cuando venga el tripulante iremos a darle el último vistazo y a llevar provisiones-.

            Al rato llegó José María para traerme el wolki  talki de V.H.F.
           
             ¡Hola José María!, ¿qué tal como va la cosa? Le dije cuando entró en mi despacho.

            -Con mucho trabajo, lo cual me alegro, estoy planteándome contratar otro electrónico ya no damos a basto. Te he traído el equipo que me pediste, ¿qué le pasa al tuyo?, dámelo y lo revisamos en el taller-

            -Gracias José, no sé lo que le ocurre, no enciende, llévatelo-.

            ¿Que, comemos juntos? Le dije.
           
            -No, me voy a Villajoyosa, tengo un problema con un pesquero y ya veremos a qué hora termino, amiguico-. M e dijo.

            Conversamos unos momentos me deseó buena travesía y se marcho.

            José María es un personaje muy emprendedor y dispuesto a cualquier hora a resolver cualquier eventualidad.

            La verdad es que estábamos rodeados de gente competente.
            Esta tarde cuando llegara el marinero iríamos hacer las compras de provisiones para avituallar el barco para la travesía, poca cosa, pero es conveniente llevar agua, algún refresco, pan de molde, embutido y algo de fruta, lo justo para matar el hambre y hacer cómoda la travesía ya que son muchas horas de permanencia en la mar sin tocar puerto y el navegar hace apetito y no está demás un tente en pie.

             Cenaríamos temprano en Las fuentes, pero teníamos que comer algo durante el viaje.

            Salí del despacho y me dirigí a la oficina del contable subí las escaleras llame a la puerta entré lo saludé  me senté con  José Juan (nuestro contable) y le pedí  revisar toda la liquidación de la embarcación y seguidamente que se la emitiera a Cerdán con el fin de que cuando llegara con el barco a su destino no hubiera ninguna diferencia. Durante la travesía había que reponer combustible pagar la estancia del puerto y salir a cenar en Las fuentes o en el puerto que hiciéramos escala para pasar la noche, habría que preveer algún gasto de taxi viaje de vuelta en el tren y gastos imprevisto.

            Gastos que le recomendé que incluyera en la liquidación final de la embarcación como gastos de transporte y personal.

            Entro Peter en el despacho y me confirmo que el barco estaba terminado, acababa de llegar del puerto de echarle el último vistazo. Yo le comente que el contable iba a llamar a Cerdán después de enviarle la liquidación para que quedara clara y que no hubiera divergencias a la hora de hacerles la entrega.
            A las cuatro de la tarde llego Gerardo, el marinero que me iba acompañar en el viaje, un chaval de treinta y dos años muy agradable a primera vista, tocó a la puerta de mi despacho. Entró, se presentó yo le pregunte:

            ¿Que tal el viaje, has comido?

            Él me contestó: -El viaje bien, comí en el tren-

            -Deja tu equipaje ahí, y vamos a dar una vuelta por el astillero- Le dije.

            Salimos del despacho visitamos la nave de estratificado donde se estaban moldeando un 900 y un 1200 después pasamos a la nave de montaje y acabados, allí se encontraba la 900 nº 26 y otra 1200 a punto de acabar, el astillero era un hervidero de actividad, le presente a Víctor que se encontraba calzando una cuna del 900.

            Cuando terminamos el tour por el astillero recogimos del despacho el equipaje de Gerardo y la bolsa donde la noche anterior había guardado las cartas y demás utensilios de cálculo, salimos del astillero, subimos a mi coche y nos dirigimos al puerto deportivo no sin antes detenernos en el súper de la Avda. De Granada para el acopio de vituallas.

            Una vez cargadas las provisiones en el coche nos dirigimos al puerto, aparqué frente a la gasolinera descargamos las bolsas y fuimos hacia el pantalán de cemento que es donde estaba el barco.

            Subimos a bordo con todos los pertrechos, entramos al salón, deje las cartas encima de la mesa y bajamos el resto a la cocina, sacamos los alimentos de las bolsas y los estibamos en la nevera, como no estaba encendida, salí a la bañera y saque de un cofre un cable de toma de corriente de puerto, salte al pantalán y lo conecté a la torreta de alimentación , al mismo tiempo le dije a Gerardo que el cofre de babor encontraría una manguera, que la conectara a la toma de agua de la torreta y que cargara los depósitos de agua del barco al cincuenta por ciento. Yo mientras, entre y conecté el frigorífico.

            Cuando Gerardo terminó de colocar la manguera le mostré todo el barco, le expliqué el cuadro eléctrico y el cuadro de mandos y a continuación arranque los motores. Todo esto para que se fuera familiarizando con la embarcación antes de hacernos a la mar a la mañana siguiente.

            Le iba preguntando si tenía algún problema con las explicaciones del barco, a lo que me contestaba que no, que todo perfecto, que estaba familiarizado con la 900 y que ya había navegado en este tipo de embarcación. Lo cual me alegro muchísimo, no tendría que ir tan pendiente de él durante la travesía.

            Apagué los motores, me cercioré que las baterías estaban cargando correctamente, recogimos la manguera del agua cuando alcanzo el nivel deseado, cerré el barco y desembarcamos.

            Subimos al coche, salí del club náutico dirigiéndome hacia el hotel  donde se alojaría Gerardo.

            Llegamos al hotel y lo acompañé hasta la recepción, una vez que estuvo inscrito me despedí de él no sin antes decirle que estuviera listo a las seis de la mañana que es cuando pasaría a recogerlo, para dirigirnos al puerto y salir de viaje.

            Regrese al astillero subí a la oficina donde el contable me tenía preparada toda la documentación del barco y los fondos para el viaje y lo metí todo en unos sobres.

            Regresé a mi despacho para meter los sobres en un maletín que me servía habitualmente para transportar fondos y documentaciones, era un maletín de lona verde de un grosor un tanto especial así como la distribución de su interior.

             Salí de mi despacho y me dirigí al taller en busca de Peter y de Víctor para despedirme de ellos y comentarles que estaríamos en contacto a través del teléfono vía radio costera, que les llamaría mínimo una vez por la mañana sobre las diez y otra al entrar a puerto en las Fuentes mañana por la tarde y el viernes al llegar a El Masnou.

            Me despedí de ellos, me recomendaron precaución y que tuviera buena travesía, salí del astillero y di por terminada mi jornada laboral eran ya las siete cuarenta y cinco de la tarde. Me encamine a mi coche para pasar el resto de la tarde noche con mi mujer y mis hijos.

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