lunes, 7 de febrero de 2011

Preparándo el viaje ---------- 2ª Parte * Capítulo Sexto




Lunes, uno de abril de 1991.

            -Armando, ha llamado el Sr. Cerda para comunicarnos que el cliente y el no pueden venir esta semana a hacerse cargo del barco,  mandan a un patrón para su transporte de Santa Pola al puerto de El Masnou - Dijo nuestro secretario.

            -Haz el favor de llamarlo, quiero hablar con él- Le contesté.

            El astillero estaba con una actividad frenética, con atrasos en las entregas de embarcaciones, discusiones con los clientes por no haber cumplido con los plazos de  entregas de Semana Santa por lo cual los ánimos están bastante alterados y ahora el bróker de Barcelona calentando más el ambiente. Había media docena de barcos en proceso final que estarían casi de inmediato para ponerlos en el mar y se necesitaban los carros de transporte y los atraques en el puerto, por lo que cualquier atraso en las entregas originaba un tapón.

            En nuestro astillero construíamos cuatro modelos de barcos, el más pequeño de siete metros y medio de eslora, un barquito de pesca paseo para el litoral muy agradable; también hacíamos uno de nueve metros que era el que más aceptación tenía y el que nos producía los atascos en la producción, era un crucerito muy simpático familiar con dos camarotes, aseo, un salón con patronera muy agradable, la  bañera suficiente para poder practicar la pesca de fondo y curricán al mismo tiempo que se le podía colocar la mesa del salón y actuar como una agradable terracita  y el puente alto con puesto de mando y asiento doble, fácil de construir porque lo hacíamos muy en serie uno de tras de otro sin parar y con el afán de incrementar la producción no sabíamos decir que no a los clientes. Era un producto en línea de fabricación muy dinámico pero cualquier anomalía nos frenaba el proceso.

            Yo, dentro de mi cometido como responsable de la comercialización de la producción animaba constantemente al incremento de la misma por lo que constantemente a la mínima ocasión le decía al jefe:

            ¡Venga, uno más que podemos!

            El mercado tiraba bien, habíamos conseguido unos modelos de barcos muy comerciales a unos precios muy competitivos por lo que había que aprovechar la bonanza en las ventas ya vendrían tiempos más complicados y se reduciría el número de barcos a fabricar, esto  hacia ir de cabeza a todo el astillero. Producción, porque se le pedía más horas de trabajo y había que conseguir más mano de obra cualificada cosa que era bastante difícil ya que en la construcción de un barco se necesitan prácticamente gente de todos los oficios pero trabajando de una forma distinta a como se trabaja en tierra, por lo que se hacía difícil conseguir personal adecuado, se utilizaba la picaresca, a la menor ocasión que se nos presentaba le quitábamos un operario a la competencia que casi la teníamos pared con pared, como los operarios de una y otra empresa se veían en una cafetería a la hora de almorzar, los encargados aprovechaban para captar al personal. En el almacén de existencias y suministros, se  cambiaban las programaciones de suministros constantemente al variar los rendimientos y necesidades de fabricación, por lo que se hacían inventarios constantemente y los lugares de almacenaje de existencias se quedaban pequeños. Yo en comercialización y entregas me pasaba la vida viajando visitando clientes particulares, empresas náuticas para captarlos como distribuidores en todo el territorio nacional y ya empezábamos a hacer nuestros pinitos en el mercado internacional, estábamos sondeando Portugal así que cuando estaba en fábrica me peleaba con todo ser viviente, con dirección para intentar ampliar producción, con fabricación para conseguir las fechas de entrega y mejorar el producto y conseguir el montaje de accesorios extras que se pedían en el último momento y que contribuían a desestabilizar la producción y por lo tanto las entregas, pero que por otro lado daban pingues beneficios. Los clientes, si su majestad el cliente, que exige la máxima calidad del producto, intentando hacer cambios cada vez que viene a visitar su barco para comprobar el estado en que se encuentra y ver los avances que se han producido desde su anterior visita.

            Bueno, como se puede imaginar un inmenso trabajo de una empresa joven que quiere evolucionar y situarse, pero si queríamos  progresar y dejar de ser un astillero pequeño, debíamos trabajar más y mejor y no perder oportunidades.

            Últimamente habíamos empezado la construcción de dos nuevos modelos, un pesca crucero de diez metros y medio de eslora con dos motores de doscientos cincuenta caballos cada uno y un crucero con tres camarotes de doce metros con motores de trescientos caballos, embarcaciones con más envergadura para hacer travesías más largas y con más comodidad.

            Se estaban empezando a entregar las primeras unidades y no iba mal la promoción, desde que los presentamos a las revistas especializadas en el mes de noviembre con unas jornadas de pruebas en la mar para que pudieran ver su comportamiento y su rendimiento y pudieran hacer generosos reportajes,  un mes después en la feria náutica de Barcelona se expusieron al público en general tuvieron una gran aceptación por parte de nuestros clientes y ya teníamos peticiones de cambio de la 900 a la 360 y la 1200 que es así como se llaman los nuevos modelos.

            Las perspectivas eran halagüeñas.

            Sonó el teléfono.

            -El Sr. Cerdán en línea, Armando- Habló el contable.

            ¿Cerdán, como estas, que ocurre que no podéis venir? Pregunté

            -Hola, Armando, el tío este se ha marchado de viaje a solucionar unos temas de su empresa y hasta la semana que viene no regresa-. Me dijo.

            ¿Coño y que esperas para programarte tú el viaje para venir a hacerte cargo del barco de tu cliente, Cerdán?

            -Imposible amigo, me vienen unos clientes viernes y sábado a cerrar una operación de otra embarcación para entregar este verano y me es del todo imposible bajar yo a Santa Pola, así que te envío un patrón que se haga cargo del barco y por favor que le acompañe un mecánico tuyo-  Argumento Cerdán.

            -Cerdán. Le dije. Sabes que las embarcaciones tienen que salir debidamente documentadas y con la totalidad del pago efectuado, por lo cual si no efectúas la liquidación de la misma no la puedes retirar del astillero. Tú eso lo sabes, es cualidad indiscutible, está contemplado en el contrato de distribución y en el contrato de compraventa de las embarcaciones-.

            ¡No entiendo cómo me propones esta anomalía! Sabes que no va a poder ser.

            A lo que me respondió: -No te preocupes tengo todo el dinero aquí, ya he liquidado con el cliente conforme a tus facturas, tanto del barco como de los extras-

            -Sí, pero lar liquidaciones se hacen en origen, no en destino, sabes que del astillero no sale un barco sin estar pagado, no me vale que me lo abones en Barcelona, son normas de la casa. En el transcurso del viaje pueden pasar muchas cosas. No tengo ganas de problemas añadidos y también debes saber que no me puedes transferir todas las cantidades, por la forma que está hecha la operación, esa concretamente, Cerdán.

            Así que no me jodas, vente para acá y hagamos las cosas bien. Le argumenté.

             Me es imposible Armando.

            Bueno...pues el barco se queda aquí, no hace falta que envíes  ningún patrón, el barco no se va, arréglatelas como puedas Cerdán, ¡adiós!

            ¡Me cago en todo lo cagable!

            El barco lo echo al agua y lo amarro en el puerto y que vengan cuando quieran. Pensé.

A media mañana sonó el teléfono.....

            -Armando, el barco de Cerdán tiene que salir del astillero como sea-

            -No tenemos sitio en el astillero, el puerto nos pone dificultades para dejar el barco allí y lo más importante necesitamos hacer efectivo- Me dijo el gerente.

            Le conté al gerente la conversación que mantuve con Cerdán a primera hora de la mañana y además le argumenté:

            -Peter, el barco está sin liquidar, sabes que es un riesgo y va contra nuestras normas, es cuestión de esperar a la semana próxima que se desocupe Cerdán que al fin y a la postre no viene porque estará vendiendo otro barco para nosotros y  el armador estará de regreso para el lunes o martes  y así uno u otro vendrá para hacerse cargo de la embarcación. El problema de sitio en el puerto deportivo me encargo yo de solucionarlo, eso no va a ser ningún problema. No tenemos ninguna necesidad de cargarnos con el riesgo del viaje y además no disponemos de ningún mecánico libre para embarcarlo con el patrón que envíen y Víctor en estos momentos menos que nunca.- Le dije yo.

            -Armando, por necesidad hay que hacerlo, ya me ha llamado Cerdán y me ha explicado la situación que tiene y de la negativa tuya a hacer la entrega en el Masnou, pero ya te he explicado también la nuestra y no veo otra alternativa que organizar la entrega del barco en destino muy a nuestro pesar-

            -Organiza los preparativos para poder salir el jueves a navegar-

            -El miércoles llegara una persona que envía Cerdán para ayudar a la navegación, se supone que es un patrón- Dijo Peter y colgó.

            Me cago en todo….., pensé yo.

            Bajé a fabrica en busca de Víctor nuestro encargado jefe, hombre súper eficaz que sus misiones eran varias, controlaba la producción en especial todo el tema de mecánica, era el mejor mecánico montador del contorno y un especialista en soldaduras de acero inoxidable, organizaba las maniobras de carga de los barcos en los remolques especiales para su traslado al puerto para su posterior botadura, estaba siempre presente en la primera puesta en marcha de todas las embarcaciones y las probaba en la mar hasta que estaban a punto y en numerosas ocasiones acompañaba como mecánico las embarcaciones que se trasladaban por mar a su destino. A mí me gustaba mucho llevarlo de mecánico y de compañero de viaje cuando las transporto yo. Se comporta como un buen compañero y un  gran profesional. Antes de soltar amarras para hacernos a la mar revisa la embarcación de arriba abajo sin dejarse un solo detalle, el día anterior de partir se preocupa del equipamiento de la misma y durante la navegación controlando en todo momento el buen funcionamiento de las máquinas cada hora hacía una inspección visual a los motores, ejes, bocinas y posibles entradas de agua, atento al menor ruido o rumor sospechoso, mimando el barco en el  menor de los detalles, le gustaba ponerse al timón, preguntaba los detalles de las cartas de navegación, ayudando en las maniobras de zarpar y de atraque, un gran tipo, yo le llamo cariñosamente “Mivi” (mi Víctor) 

            Encontré a Víctor  metido en la sala de máquinas de un doce metros revisando la instalación de la alimentación de carburante repasando las conexiones de los depósitos principales de carburante y sus conducciones así como la toma de llenado de los dos motores de 300 C.V. Volvos que montaba.

            -Víctor, ¿cuando podemos tener el 900 “Nº 25” en el agua?


            Salió del lugar donde se encontraba y me dijo:
            -El barco de Cerdán, están terminando de montar los sofás del salón los carpinteros, después los tapiceros colocarán las colchonetas de los camarotes y del salón, esta tarde lo cargamos en el carro y si todo va bien, perfectamente podemos trasladarlo al puerto mañana por la mañana a primera hora, ese barco ya está molestando aquí, mañana mismo sacamos del molde otro igual y no hay hueco, no hay más sitio en la nave de montaje que el del “Nº 25”, así que por cojones tiene que ir fuera, tenemos que sacarlo ya-.

            -Genial- dije yo. Ese barco tiene que salir el jueves de madrugada para el Masnou, hay que hacerle todas las pruebas y la puesta a punto mañana mismo tiene que quedar en orden para navegar por la tarde-.

            -Ya que estas aquí vamos a echarle un vistazo y a meterle aire a la gente-.

            El barco estaba sobre su cama de montaje, ya le habían dado la imprimación al casco y le habían pintado la línea de flotación, desde tierra destacaba su afilada y esbelta proa con ganas de que el mar  acariciara sus delicadas formas, era para lo que estaba hecho para surcar la mar y proporcionar días de placentera navegación a su armador, bonitos amaneceres y relajantes atardeceres.

            Subimos a bordo por una escalera auxiliar que estaba situada en la popa del barco, la escalera coincidía con la plataforma de baño en la cual ya habían colocado la escalerilla de acero inoxidable para bajar y subir al barco desde el agua. 

            El barco era un hervidero de trabajadores, había que tener mucho cuidado para moverse. En un barco en construcción hay trampillas abiertas por doquier, en la bañera la escotilla de la pre­-cámara de motores se encontraba abierta, constituyendo un peligro si no se circulaba con mucha precaución.

            Entramos en el salón y encontramos a Juan el carpintero y a su ayudante colocando cuidadosamente los muebles  del salón, finos muebles de nogal que iban encajando perfectamente en sus alojamientos, los muebles de una embarcación tienen que estar fuertemente anclados a la estructura del barco pero a la vez tienen que ser fácilmente desmontados y disponer de accesibles registros ya que prácticamente todos van sobre cubiertas, sollados que en muchas ocasiones hay que desmontar para poder acceder a partes vitales del barco.

            Pascal (el electricista) sujetaba en los techos la potente iluminación halógena, pequeños puntos de luz que dan una claridad extrema a los compartimentos eso significaba que estaba finiquitando la instalación, la instalación en un barco es súper compleja, pueden llevar hasta tres tipos de voltaje, 12 voltios de corriente continua para los equipos de ayuda a la navegación como son los equipos de Radar, Plotter, Piloto automático, Sonda, Radio teléfonos, la iluminación interior del barco así como las luces de navegación también son de 12 c.c.; el voltaje de los motores es de 24 v. c.c. y lleva un circuito independiente de 220 v de corriente alterna que se alimenta de una toma de puerto o de un generador para posibles equipos de tierra que llevemos a bordo.  Andrés el fontanero daba los últimos toques a un grifo de fondo de los aseos. Una observación todos los barcos llevan agua dulce para uso de aseo pero no es recomendable utilizarla para consumo humano.
             En cubierta, los poliesteros y los pulidores se afanaban  repasando los pequeños defectos del poliéster del casco como las juntas de los arcos del radar, asientos de poliéster, cuadros de mandos, todo esto piezas de poliéster que se ajustan formando el casco y cubierta y cabina del barco y que hay que ajustar y después pulir a brillo, trabajo que repasarían de nuevo cuando el barco estuviera en el puerto a la luz del día a la luz natural sin sombras ni oscuridades-Gente muy minuciosa y pulcra los poliesteros-

             En el puente alto, Pedro el mecánico se peleaba con las palancas de embrague y aceleración parece ser que algún problema le daban los cables de empuje, estas piezas son fundamentales, estas palancas sirven para dar avante al barco y para frenarlo, no tiene otra forma de parar que dar un ligero toque a los motores atrás para parar el avance del barco, así mismo si el barco va dotado de dos motores como los nuestros estas palancas sirven también para que el barco cambie de rumbo y para hacerlo girar sobre su vertical o sea sobre si mismo girando en redondo, estas maniobras se hacen sobre todo en a la hora de atracar y de zarpar, prácticamente no se utiliza los timones..

            Víctor, les daba instrucciones y les indicaba que tenía que estar todo en orden y acabado a las seis de la tarde ya que a esa hora comenzarían a levantar el barco con los quinales para colocarlo sobre el carro de transporte y no podía haber nadie a bordo.

Al bajar del barco por la escalera de popa observe que habían comenzado a darle la patente al casco del barco, esta pintura especial se aplica sobre la imprimación y sirve para evitar que el caracolillo se incruste en el casco y le produzca daños al mimo en forma de pequeños agujeros que pueden hacer que se origine la temible ósmosis.

            Fuimos al taller de tapizado que se encontraba en los altillos de una de las naves y Antonio el “Tapi” nos enseñó todo el conjunto de lo que ellos confeccionaban para el barco, los cojines para las literas del camarote de invitados los del camarote del armador, colchonetas para las literas de los dos camarotes, las colchonetas del solárium de proa de color blanco y ribetes azul marino, los asientos y respaldos de los sofás del salón confeccionados en telas estampadas resistentes a las manchas los asientos y respaldos y reposa-brazos del puesto de mando del salón, los asientos y respaldos del sillón del puesto de mandos de puente alto confeccionados de un material resistente al sol y a la humedad, y las cortinas de todas las ventanas portillos y cristaleras del salón, allí estaban todos los accesorios textiles del “Nº 25”. Todo el equipo de tapicería estaba listo para que cuando el barco hubiera pasado todas las pruebas de mar y saliera el último mecánico de abordo, ellos serían los últimos en entrar y acabar de colocar los tapizados y las cortinas, con el remate de ellos el barco estaría listo y en orden de marcha y ser entregado a su armador...

            Dejé a Víctor peleándose con los obreros y me dirigí a mi despacho.

            El jueves de madrugada navegaré  el 900 “Nº 25” para El Masnou-

            Llamaré a Cerdán para que me mande un fax con  los datos de la persona que va a venir para hacerse cargo de la embarcación y le preguntaré a Peter que mecánico le va a acompañar y al mismo tiempo que me den sus datos.

            Con los datos de la tripulación y del barco me pondría en contacto  con  la Comandancia de Marina para que emitieran el pasavante de transporte para la navegación y   esta misma mañana  les llevaría toda la documentación.

            Cuando llame a Cerdán le advertiré que contrataremos una póliza de seguro de transporte para el viaje y que se la incluiremos en  la factura.

            Espero que no haya más problemas. Pensé.

            La puerta de mi despacho se abrió y entro Peter.

            -Armando tienes que irte tu en el barco, no me puedo desprenderme de ningún mecánico, ya sabes cómo llevamos el trabajo, vamos sobre límites.

            -Que valla Víctor- Le dije.

            -No, del todo imposible, están haciendo todos horas extraordinarias incluso el sábado y no lo puedo dejar marchar, esto sería un caos sin él, así que te toca hacer el traslado y a demás tienes que hacer la liquidación del barco con Cerdán- Me dijo Peter.

            -Bien, si no hay más remedio haré yo el transporte, pero no me hace mucha gracia. Siempre tenemos que sacarles las castañas del fuego a los demás-.
            -Por cierto Peter, ponte en contacto con el inspector de buques y que venga mañana martes, me gustaría salir a navegar con toda la documentación en orden, te lo digo porque tú tienes mayor ascendencia sobre él y no te pondrá ninguna pega-

            -Ahora le llamo, no habrá ningún problema-

            Abrió la puerta y se marchó para seguir con su trabajo.

            Peter, gerente y dueño del astillero, era un tío muy dirigente y trabajador, era el primero en llegar y el ultimo en marcharse todos los días, andaba con su guardapolvo ocupándose de todo, siempre estaba metido en los barcos. Su profesión de carpintero de ribera lo había mamado desde niño, ya su padre y su abuelo lo fueron antes que él,  interpretaba los planos del ingeniero naval y trazaba los cascos con la ayuda de su carpintero de confianza. Sí, era una persona que se había hecho así misma con mucho coraje y mucho trabajo, había empezado de la nada y poco a poco rodeándose de gente competente había conseguido que el astillero gozara de un reconocimiento a nivel nacional.
           
            Seguí con mi trabajo, reorganizando mi agenda de compromisos para el jueves, viernes y sábado, ya que al salir de viaje de esta forma imprevista, tenía que anular algunas citas.

            A última hora de la tarde el barco estaba siendo izado con los cabrestantes para situarlo encima del carro de transporte y quedara listo para ser remolcado al día siguiente martes a primera hora de la mañana hacia el club náutico para su posterior botadura.
            Víctor andaba dirigiendo la maniobra un tanto delicada por los pesos que se movían y las inercias que se ocasionaban, consistía en embragar el barco con dos cinchas, elevarlo por medio de  cuatro  cabrestante, separarlo de las cunas donde había permanecido durante todo el proceso de construcción, meter el carro debajo del barco y depositarlo encima de este, había que calzarlo y sujetarlo bien para evitar cualquier movimiento durante el transporte por carretera. Durante toda la maniobra a Víctor le  ayudaban cinco personas dos a proa y dos a popa que tiraban cada una de ellas de un cabo para orientar la embarcación y evitar que bamboleara y la quinta que gobernaba los mandos de los cabrestantes para izar o arriar el barco según las órdenes que recibía de Víctor.

            La operación duró aproximadamente treinta minutos, estaban acostumbrados a hacer este tipo de trabajos eran gente muy eficiente.

            A las ocho de la noche di por terminada mi jornada salí del astillero, cogí el coche y me encaminé a hacer los treinta y cinco  kilómetros que me separaban de El Campello puesto que estábamos los chicos y mi mujer disfrutando todavía las vacaciones de Semana Santa, en poco más o menos treinta minutos estaría con ellos.

            Cuando llegué a la urbanización serian aproximadamente las ocho cuarenta y cinco mi mujer  estaba charlando muy animosamente con sus amigas  de la playa, como nosotros les decíamos, ya que nuestra residencia habitual era a unos cincuenta kilómetros en el interior en la ciudad de Elda, amistades de más de quince años, Alexis el pequeño con nueve años andaba jugando con sus amigos por toda la urbanización y el mayor Ismael a sus quince años ya iba tonteando con las niñas de su edad.

            Tomé asiento al lado de mi mujer y de sus amigas y charlamos un rato sobre el trabajo, los chicos y los pocos días que quedaban para volver otra vez a nuestro hogar habitual, los chicos tenían que incorporarse a los colegios el próximo lunes.

            Sobre las nueve y media nos retiramos a casa para preparar la cena y conversar con los chicos y ver un ratito la tele.

Durante la cena les comente que papá saldría a navegar hacia el Masnou muy cerquita de Barcelona el próximo jueves de madrugada y aproveché para invitar al mayor de mis hijos para que me acompañara en el viaje ya que a él gustaba mucho la navegación y me había acompañado en otras ocasiones en navegadas cortas como El Campello-Santa Pola  o a la isla de Tabarca, le comente que esta sería una navegación con escala de una noche y que lo iba a pasar bien y que sería una navegación interesante. La madre hizo una cara de no agradarle la idea ya que a ella los barcos no le hacían demasiada gracia ella es más de tierra adentro y mucha playa en verano pero lo de subirse a cosa que flotan pues mas bien no, recuerdo que un verano compré un velerito de siete metros y nunca se embarcó en él.

Bueno, ¿que me dices hijo te vienes con tu padre? Le pregunté.

-No, no me apetece, prefiero quedarme aquí en la playa con mamá y el tete además tengo  planes con mis amigos, tenemos planeada una fiesta el fin de semana-. Me contestó.

            La madre, suspiro con cara de alivio como quitándose una preocupación, ella, sé que lo hubiera pasado mal si el chico hubiera dicho que se venía, esos días de navegación ella estaría siempre como si su vida pendiera de un hilo, así son las madres, siempre con la preocupación del bienestar de su familia y sobre todo de sus hijos.

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